Sevilla es una ciudad de fe. Varias
de sus fiestas más importantes tienen que ver con la religión. La Semana Santa sevillana es
uno de los acontecimientos culturales, religiosos y artísticos más importantes
de España. También se celebran allí la Romería del Rocío, el Corpus Christi o la
Velá de Santa Ana.
Para terminar un Maratón hay que
tener fe. Fe en que podrás superar la mayoría de entrenamientos, fe en que, a
pesar de que llegue el muro, podrás sobreponerte, pero sobre todo, hay que tener
fe en uno mismo. Si no crees en ti mismo, te costará mucho superar este reto.
Mientras entreno, pienso
en si confío en mí y en mis posibilidades de hacer esta Maratón con el objetivo que me he propuesto. Normalmente en la primera parte del entrenamiento
voy de bajón, no veo nada claro, el cuerpo me da muchas señales para que pare y
deje de sufrir. Sin embargo a medida que pasan los minutos voy sintiéndome
mejor, empezando a creer mucho en mí. Pero al cubrir tres cuartas partes del
entreno, mi fe va decayendo otra vez, ya sólo quiero acabar y sufrir lo menos
posible. Pasadas unas horas, mi estado de ánimo mejora y vuelvo a creer en que
podré hacerlo. Como verán es un vaivén constante. Así no se puede vivir, sólo
espero que a medida que se acerque la carrera mis momentos de tener fe aumenten hasta ya no tener ni una duda de que conseguiré mi reto.
Y si llegado el momento tuviera
alguna duda, pensaré en que estoy en una ciudad de fe, que acoge a tantas vírgenes
en su seno, que alguna me ayudará a pasar el trance. Confiemos.